Querida Raquel:
Soy tú misma con 20 años un día cualquiera de universidad. Bueno, no tan cualquiera, el día de la Niña María. Seguro que ya ni te acordarás de esta carta y por eso te la mando. Ahora eres muy feliz, has tenido tus más y tus menos, pero la gente que te quiere de verdad te lo ha demostrado. Echas de menos a ciertas personas, pero hay puertas que se cierran porque ya no llevan a ninguna parte, tú mejor que yo lo sabrás que has pasado por todo esto. La verdad, no me imagino a mí siendo tú. Solo espero que aquello que me propongo lo hayas conseguido, y que no hayas olvidado cuál es la verdadera esencia de tu vida. Sigue disfrutando con los pequeños detalles, sigue agarrándote de tu medalla y buscando volar muy alto.
Te animo a que te escribas en un futuro.
Un abrazo grande, ya sabes cómo.
Raquel.
Ecce ancilla Domini
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